viernes, 30 de mayo de 2014

HISTORIA UNIVERSAL- SEIS

Cuentan que el primero de la estirpe acostumbraba pasearse por las calles de Ciudad Insaurralde con una soga con nudo corredizo al cuello para recordar que era humano, y que era breve. Tan siniestra corbata no fue heredada por ninguno de sus hijos. Tampoco su concepto ético. Todos sus descendientes, cada uno a su manera, encarnaron alguno de los nueve círculos del infernal poema. Algún damnificado por ellos diría que no les daba la estofa para el Dante y limitaban su piné a los tristes umbrales de Cacodelfia. Tal vez fuera así. Tal vez esta distinción careciera de importancia a la luz de los daños por ellos causados.
Lo que nadie podría negar es la capacidad, la inteligencia y la lucidez estratégica de los herederos, que en dos generaciones llegaron a dominar todos los estamentos sociales, culturales y económicos de la ciudad. Así, el hijo mayor fue médico y conservador, el segundo fue cura y administrador diocesano, el tercero fue abogado y radical. El más chico fue artista plástico, puto y anarquista. “Pa que vean que somos tolerantes” decía el doctor en las tertulias del Deportivo Insaurralde.
La tercera generación supo diversificarse y dominar el comercio y la industria. Fueron ellos los que fundaron la Asociación Económica Insaurraldense. Fueron ellos los que acapararon los terrenos linderos al trazado del futuro Ferrocarril Mitre, convenientemente asesorados por los descendientes del fundador.

En lo único que no lograron ventaja directa fue en el agro. No les hizo falta. Los tres hijos del médico comprendieron que el amor no siempre sigue al ideal ético o a la belleza clásica. Pero esto no podrá nunca ser demostrado. Carbonell solía decir que lo que natura non da Insaurralde lo acepta.

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