Ha
muerto Jorge Rafael Videla, un símbolo de lo peor que nos ha pasado como país,
pero a la vez un símbolo de lo mejor.
Aunque
en realidad los símbolos no mueren, sino que cambian de sustancia.
Los
símbolos no dejan de existir. Se transfiguran.
Jorge
Rafael Videla representa lo peor de nuestra historia.
Jorge
Rafael Videla ha sido el siniestro continuador de una larga lista de sicarios.
Videla no ha sido sino el más sanguinario de una serie de verdugos que incluyen
a Lavalle, Mitre, Roca, Sandez, Varela, Falcón, Uriburu, Onganía, Bravo y
tantos otros. Tristes brazos armados de los poderosos de siempre. Tristes
malevos de esquina.
Pero
Jorge Rafael Videla fue, sin dudas, el peor de todos.
El
más salvaje.
El
más sanguinario.
El
más cínico.
Treinta
mil desaparecidos lo demuestran.
Un
genocida al nivel de Hitler, Stalin, Roca y tantos otros.
Pero,
al mismo tiempo, Videla es un símbolo de lo mejor de nuestra historia.
Jorge
Rafael Videla no logró algo que sí lograron Pinochet y Stalin, Hitler y
Stroessner.
Jorge
Rafael Videla fue alcanzado por la mano de la Justicia.
Por
la Justicia
de los Hombres, por más que él invocara a la divina o a la militar.
Videla
fue juzgado y condenado dos veces.
Fue
condenado en el Juicio a las Juntas.
Fue
indultado en la segunda década infame.
Y
fue juzgado y condenado nuevamente cuando se anularon las leyes de la
impunidad.
Jorge
Rafael Videla es, entonces, el símbolo más contundente de que nadie más podrá
cargarse con la historia sin pagar por ello.
Jorge
Rafael Videla es el símbolo de que un nuevo país es posible.
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