martes, 1 de mayo de 2012

BASTA MESSINA


I- El exorcismo

Sábado a la noche, sobremesa.
Kramer cabecea. Goldberg saluda.
-¿Fernet? (Kramer)
-Fernet (Goldberg)
La mesa se tambalea. La espuma se arrima peligrosamente al borde del vaso.
Goldberg mira para abajo y diagnostica.
-Regatón gastado.
Pela victorinox de la riñonera y dice:
-Esperame.
Kramer se espanta y llama a Rivas, su compañera:
-¡Susy! ¡Volvió!
-¡Nooooooo!- dice ella desde la cocina.
-Sí, reencarnó.
-¿En quién?
-En Goldberg.
-¡Rápido, el exorcismo!
-Dale. Salvia, tomillo, cedrón y aceite de oliva en una taza de café hirviendo con dos gotas de esencia de cardamomo. ¿Listo? Goldberg, aspirá.
-NI en pedo.- se queja Goldberg.
-Aspirá te digo.
-Jamás.
-Aspirá la puta madre que te parió.
El tono de Kramer no admite réplica. Goldberg absorbe el humo maloliente que brota del tazón. Estornuda un moco espeso y violeta que se pega en el vidrio del ventanal. Rivas se apura a quemarlo con un aerosol y un encendedor, mientras repite como un mantra:
-Andate.
-Tomátelas sucio espíritu utilitario.- Conjura Kramer.
Cuando todo se calma, Goldberg y Kramer salen al parque.
-¿Y eso? (Goldberg)
-¿Qué cosa? (Kramer)
-El exorcismo ese.
-Bastamessina.
-¿Perdón?
-Sentate, te cuento.

II- Clasificación de Kramer del Hombre según su Desempeño Doméstico
-Hay (dice Kramer) varios tipos de hombre según como se desempeñan en el hogar.
-¿Sexualmente? (Pregunta Goldberg)
-No, domésticamente hablando, a saber: (Dice Kramer y enumera)
1) El Inútil Absoluto: no sabe cambiar un cuerito, jamás corta el pasto, no conoce el punto justo del agua para el mate, no te hace un asado, no tiene la más mínima noción de mecánica. No sólo eso. Ninguna de estas actividades le despierta el menor interés, y  hace alarde de su situación.
2) El Domesticado: ha ido adquiriendo capacidades a lo largo de la vida, y sobre todo a partir de su matrimonio. De a poco ha debido arriar algunas banderas, y eso lo mortifica un poco. Suele encontrar una explicación semántica adecuada a su situación actual que es siempre coyuntural, ya que se encuentra en un aprendizaje (forzado) constante.
3) El Idóneo: hace lo que puede conociendo sus limitaciones. No se mete donde no le toca, por ejemplo con la electricidad o el gas.
4) El Habilidoso: tiene un galponcito con tablero de herramientas. En su casa funcionan todos los tomacorrientes, no gotean las canillas, los zócalos están todos completos, el pasto está cortito. No hay goteras ni filtraciones. Es un tipo que se da maña para todo, pero que se limita a su hogar. Jamás cometería la imprudencia de meterse en reparaciones en casa ajena, salvo que se lo pidan.
5) El Voluntarioso: tiene todas las respuestas y todas las soluciones. Pero sobre todo tiene la capacidad para detectar los problemas, o de resolver cuestiones antes de que se produzcan. Sobre todo, y esto es lo fundamental, -antes de que alguien le pida ayuda. El tipo tiene victorinox, gepeese y compresor. El mundo es su patio de luz. Es el que sabe dónde encontrar el repuesto que a vos te falta. Conoce todas las rutas y cada trayecto, y te los cuenta antes que se lo preguntes.
-Bastamessina era un voluntarioso.

III- Bastamessina
-¿Me seguís?- (Pregunta Kramer)
-Te sigo.- (Responde Goldberg).
-Bastamessina. Juan Carlos Bastamessina era el Charly García, el Favaloro, el Maradona de los voluntariosos.
-Un hinchapelotas.
-Más que eso. Juan Carlos Bastamessina tenía en su casa la herramienta que se te ocurra. Del material, forma y tamaño que te puedas imaginar. Tenía algunas en su envoltorio original como si fueran muñecos oficiales de Star Wars, porque no tenía la más puta idea de para qué servían. Actualizaba el GPS una vez por semana. Conocía cada pozo de ceda ruta con nombre, apellido y apodo. Te podía indicar un trayecto con ciudades intermedia y kilometrajes con un margen de error de quinientos metros. Tenía una aplicación en el teléfono que te decía cuántas ferretería y concesionarios oficiales de electrónica había en cinco mil metros a la redonda.
Pero no era ese el problema.
-¿No?
-No. Cuando venía a tu casa no frenaba la actividad. Cortaba los yoyos de los bordes, a mano. Podaba ramas hasta la altura de su brazo. Pasaba el rastrillo por el pasto. Juntaba ramitas para el fuego, y si te descuidabas te lo prendía antes de que vos te dieras cuenta.
-Un grano en el culo.
-Un grano en el culo.
-¿Y venía seguido?
-Por lo menos una vez por semana. Después se le dio por tomarse sus vacaciones acá. No sólo eso. Tuvo una época en la que parecía que se anotaba tareas para la próxima vuelta. Una vez se trajo un taladro y colocó estantes para libros por toda la casa.
-No te puedo creer.
-Creelo. Otra vuelta se trajo el chirimbolo ese para soldar, y arregló la puerta de la galería.
-Un garrón.
-Un garrón. Encima te hacía sentir mal. Parecía que le gustaba demostrarte tu inutilidad. No podía ver a alguien buscando algo, que se ofrecía inmediatamente a colaborar. O decía “Eso que vos buscás yo lo vi colgado del perchero de los paraguas”.
-¿Y quién le puso el apodo?
-¿Qué apodo?
-Basta Messina.
-Ningún apodo. El tipo se llamaba así. Quintana decía que más que un apellido era un destino lo que cargaba el chabón.
-¿Y el exorcismo?

IV- Manuscrito de Juan Carlos Bastamessina
“Yo, Juan Carlos Bastamessina, a 19 días del mes de diciembre de 2001, en pleno uso de mis facultades mentales, digo y dejo asentado por escrito lo siguiente:
1)     Que sabiéndome envidiado por el común de la gente (en adelante “la mersa”) en razón de mis múltiples habilidades y aptitudes.
2)     Que sabiendo que existen en el mundo mentes perversas y vengativas.
3)     Que temiendo ser víctima de represalias fundadas en los puntos antes mencionados.
Anuncio que en caso de sufrir violencia física o mental por parte de la mersa, la cual llevare a la muerte del infrascripto, volveré a encarnar en cualquier persona que me hubiera conocido o, en su defecto, en seres cercanos a los mismos.
Atentamente.
Juan Carlos Bastamessina.

V- El final

-¿Y? ¿Qué pasó?
-Nadie lo supo muy bien. Una noche de lluvia Bastamessina subió al techo a limpiar los desagües, antes de que el agua empezara a filtrar, cuando se vino en banda y se desnucó contra el piso de la subida de la cochera. Bah, esa fue la versión que se supo…
-¿Y la autopsia?
-No hubo. Se comentó que la mujer, viuda ya a esta altura de los acontecimientos, le pagó muy buena guita al forense para que certificara muerte por accidente. Desde entonces, cada vez que aparece un voluntarioso, hacemos el exorcismo.
-¿Y funciona?
-A veces sí.
-¿Y otras veces?
-Nada es infalible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario