I-
El exorcismo
Sábado
a la noche, sobremesa.
Kramer cabecea. Goldberg saluda.
-¿Fernet? (Kramer)
-Fernet
(Goldberg)
La
mesa se tambalea. La espuma se arrima peligrosamente al borde del vaso.
Goldberg
mira para abajo y diagnostica.
-Regatón
gastado.
Pela
victorinox de la riñonera y dice:
-Esperame.
Kramer
se espanta y llama a Rivas, su compañera:
-¡Susy!
¡Volvió!
-¡Nooooooo!-
dice ella desde la cocina.
-Sí,
reencarnó.
-¿En
quién?
-En
Goldberg.
-¡Rápido,
el exorcismo!
-Dale.
Salvia, tomillo, cedrón y aceite de oliva en una taza de café hirviendo con dos
gotas de esencia de cardamomo. ¿Listo? Goldberg, aspirá.
-NI
en pedo.- se queja Goldberg.
-Aspirá
te digo.
-Jamás.
-Aspirá
la puta madre que te parió.
El
tono de Kramer no admite réplica. Goldberg absorbe el humo maloliente que brota
del tazón. Estornuda un moco espeso y violeta que se pega en el vidrio del
ventanal. Rivas se apura a quemarlo con un aerosol y un encendedor, mientras
repite como un mantra:
-Andate.
-Tomátelas
sucio espíritu utilitario.- Conjura Kramer.
Cuando
todo se calma, Goldberg y Kramer salen al parque.
-¿Y
eso? (Goldberg)
-¿Qué
cosa? (Kramer)
-El
exorcismo ese.
-Bastamessina.
-¿Perdón?
-Sentate,
te cuento.
II-
Clasificación de Kramer del Hombre según su Desempeño Doméstico
-Hay
(dice Kramer) varios tipos de hombre según como se desempeñan en el hogar.
-¿Sexualmente?
(Pregunta Goldberg)
-No,
domésticamente hablando, a saber: (Dice Kramer y enumera)
1) El Inútil Absoluto: no sabe cambiar un cuerito,
jamás corta el pasto, no conoce el punto justo del agua para el mate, no te
hace un asado, no tiene la más mínima noción de mecánica. No sólo eso. Ninguna
de estas actividades le despierta el menor interés, y hace alarde de su situación.
2) El Domesticado: ha ido adquiriendo capacidades a
lo largo de la vida, y sobre todo a partir de su matrimonio. De a poco ha
debido arriar algunas banderas, y eso lo mortifica un poco. Suele encontrar una
explicación semántica adecuada a su situación actual que es siempre coyuntural,
ya que se encuentra en un aprendizaje (forzado) constante.
3) El Idóneo: hace lo que puede conociendo sus
limitaciones. No se mete donde no le toca, por ejemplo con la electricidad o el
gas.
4) El Habilidoso: tiene un galponcito con tablero de
herramientas. En su casa funcionan todos los tomacorrientes, no gotean las
canillas, los zócalos están todos completos, el pasto está cortito. No hay
goteras ni filtraciones. Es un tipo que se da maña para todo, pero que se
limita a su hogar. Jamás cometería la imprudencia de meterse en reparaciones en
casa ajena, salvo que se lo pidan.
5) El Voluntarioso: tiene todas las respuestas y
todas las soluciones. Pero sobre todo tiene la capacidad para detectar los
problemas, o de resolver cuestiones antes de que se produzcan. Sobre todo, y
esto es lo fundamental, -antes de que alguien le pida ayuda. El tipo tiene
victorinox, gepeese y compresor. El mundo es su patio de luz. Es el que sabe
dónde encontrar el repuesto que a vos te falta. Conoce todas las rutas y cada
trayecto, y te los cuenta antes que se lo preguntes.
-Bastamessina
era un voluntarioso.
III-
Bastamessina
-¿Me
seguís?- (Pregunta Kramer)
-Te
sigo.- (Responde Goldberg).
-Bastamessina.
Juan Carlos Bastamessina era el Charly García, el Favaloro, el Maradona de los
voluntariosos.
-Un
hinchapelotas.
-Más
que eso. Juan Carlos Bastamessina tenía en su casa la herramienta que se te ocurra.
Del material, forma y tamaño que te puedas imaginar. Tenía algunas en su
envoltorio original como si fueran muñecos oficiales de Star Wars, porque no
tenía la más puta idea de para qué servían. Actualizaba el GPS una vez por
semana. Conocía cada pozo de ceda ruta con nombre, apellido y apodo. Te podía
indicar un trayecto con ciudades intermedia y kilometrajes con un margen de
error de quinientos metros. Tenía una aplicación en el teléfono que te decía
cuántas ferretería y concesionarios oficiales de electrónica había en cinco mil
metros a la redonda.
Pero
no era ese el problema.
-¿No?
-No.
Cuando venía a tu casa no frenaba la actividad. Cortaba los yoyos de los
bordes, a mano. Podaba ramas hasta la altura de su brazo. Pasaba el rastrillo
por el pasto. Juntaba ramitas para el fuego, y si te descuidabas te lo prendía
antes de que vos te dieras cuenta.
-Un
grano en el culo.
-Un
grano en el culo.
-¿Y
venía seguido?
-Por
lo menos una vez por semana. Después se le dio por tomarse sus vacaciones acá.
No sólo eso. Tuvo una época en la que parecía que se anotaba tareas para la
próxima vuelta. Una vez se trajo un taladro y colocó estantes para libros por
toda la casa.
-No
te puedo creer.
-Creelo.
Otra vuelta se trajo el chirimbolo ese para soldar, y arregló la puerta de la
galería.
-Un
garrón.
-Un
garrón. Encima te hacía sentir mal. Parecía que le gustaba demostrarte tu
inutilidad. No podía ver a alguien buscando algo, que se ofrecía inmediatamente
a colaborar. O decía “Eso que vos buscás yo lo vi colgado del perchero de los
paraguas”.
-¿Y
quién le puso el apodo?
-¿Qué
apodo?
-Basta
Messina.
-Ningún
apodo. El tipo se llamaba así. Quintana decía que más que un apellido era un
destino lo que cargaba el chabón.
-¿Y
el exorcismo?
IV-
Manuscrito de Juan Carlos Bastamessina
“Yo,
Juan Carlos Bastamessina, a 19 días del mes de diciembre de 2001, en pleno uso
de mis facultades mentales, digo y dejo asentado por escrito lo siguiente:
1)
Que sabiéndome
envidiado por el común de la gente (en adelante “la mersa”) en razón de mis
múltiples habilidades y aptitudes.
2)
Que sabiendo
que existen en el mundo mentes perversas y vengativas.
3)
Que temiendo
ser víctima de represalias fundadas en los puntos antes mencionados.
Anuncio
que en caso de sufrir violencia física o mental por parte de la mersa, la cual
llevare a la muerte del infrascripto, volveré a encarnar en cualquier persona
que me hubiera conocido o, en su defecto, en seres cercanos a los mismos.
Atentamente.
Juan
Carlos Bastamessina.
V- El final
-¿Y?
¿Qué pasó?
-Nadie
lo supo muy bien. Una noche de lluvia Bastamessina subió al techo a limpiar los
desagües, antes de que el agua empezara a filtrar, cuando se vino en banda y se
desnucó contra el piso de la subida de la cochera. Bah, esa fue la versión que
se supo…
-¿Y
la autopsia?
-No
hubo. Se comentó que la mujer, viuda ya a esta altura de los acontecimientos,
le pagó muy buena guita al forense para que certificara muerte por accidente.
Desde entonces, cada vez que aparece un voluntarioso, hacemos el exorcismo.
-¿Y
funciona?
-A
veces sí.
-¿Y
otras veces?
-Nada
es infalible.
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