domingo, 27 de abril de 2014

Vidala del fondo herido

En El amor en los tiempos del cólera Gabriel García Márquez dice algo así como que empezamos a envejecer cuando nos vemos parecidos a nuestro padre. La cita no es textual ni pretende pecar de oportunista.
Más allá de cuestiones de herencia o de repetición yo creo que empezamos a envejecer cuando nos descubrimos limitados y frágiles. Cuando situaciones que anteriormente aparecían como lejanas o ajenas comienzan a tocarnos el hombro o, en mi caso, el culo. Cuando descubrimos que podemos fallar en cuerpo y mente, o cuando una fragilidad de la segunda lleva a dudar de la integridad del primero. De más está decir que muchas veces perjudica en mayor grado la duda que la certeza, y que siempre es mejor el diagnóstico que la posibilidad.
Debido a una de estas situaciones de duda acerca de la cual no voy a explayarme en demasía pero que implica a un señor con un caño bastante largo y grueso y la pérdida de ciertas virginidades es que dejo estas líneas para expresar mi justo agradecimiento a quienes me acompañaron en este momento áspero.
A la Dra. Muñoz, la Euge, que me calmó bastante en el primer momento de furia.
Al Gran Nachi Pico, siquiatra y amigo que supo contener la cabeza desbordada y darme sus gualichos.
Al Dr. Peralta, el Gran Pimpe, alquimista superior del reino.
Al Dr. Dellagiustina, con quien nos une la amistad de nuestros padres.
A la inigualable Negra Romero que se cagó en todas mis dudas y temores y me metió de prepo en la lista para que se hiciera el estudio antes que fuera indicado casi.
A la Nati que me sacó la sangre un fin de semana de furia en el Hospital.
Al Dr. Herrera, defensor de las terapias alternativas en Cardiología.
A las chicas de Admisión, enfermeras y administrativas que siempre me hacen la vida más fácil.
A la Alcira por supuesto.
A los que no sabían nada y se bancaron mi mal humor de estos últimos días.
A los amigos tremendos que siempre están: Marcelo Musso, Gustavo Stilman, Damián Grimberg, Ezequiel López.
A los que se enteraron con el diario del lunes pero que estuvieron ahí: mi hermanazo el Julito Kohan, la Fer, el Toto y el Rojo. También un abrazo para el Agustín.
En resumen, a los que se alegraron porque todo salió bien y también para los que no se alegraron, parece que tengo pa un rato.
Y gracias a mi compañera que está ahí con su calma inalterable, que me banca hace ya 14 años, que me baja a tierra, que me sostiene en las buenas pero sobre todo en las peludas.
Y gracias a los pelones, Juan Naza y José. Todo esto es por ellos.

Ah, salió todo bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario