El 1 de marzo pasado
tuvimos la suerte de asistir a una nueva Asamblea Parlamentaria, en ocasión del
inicio de un nuevo período de sesiones legislativas. Digo suerte porque no
tengo en este momento otra palabra que defina más adecuadamente a lo que es un
triunfo de la democracia, una victoria que nos corresponde a todos como pueblo,
como Nación, como comunidad. Brindemos por ello.
No me voy a poner a
analizar lo que dijo la
Presidenta. Ya lo han hecho cabezas más potentes que la mía,
desde un lado y del otro del espectro ideológico. Algunas ideas más espectrales
que otras, pero no es ese el tema del que quiero ocuparme.
No.
Hubo ausencias en la Asamblea.
Gente que no fue.
Lilita Carrió no fue porque
prefirió irse de turista a los carnavales. Y bueh, por lo menos está buscando
al pueblo en alguna parte. Por ahí tiene suerte y lo encuentra.
Pino Solanas no fue porque
según él “no estaban dadas las condiciones” para asistir al Congreso. Además
dijo que tenía miedo a las agresiones de los militantes o las chicanas de la Presidenta …
A ver.
Garantías les faltaban a
los militantes que arriesgaban el cuero para pasar clandestinamente las
películas de Solanas durante los años de plomo. Honremos a la historia,
honremos a los que pusieron el cuerpo.
Por otra parte, en un país
en el cual cualquiera puede decir las barbaridades más tremendas en los medios
masivos de comunicación, hay que tener los huevos de bancarse la respuesta.
Juego con revancha no es pa calientes.
Y entonces llegamos al
meollo de la cuestión.
Al eje.
Al centro.
Un legislador no puede no
ir al Congreso. O al Concejo. O a la instancia legislativa en la que se
desempeñe.
Según la Constitución
Nacional el pueblo no delibera ni gobierna, sino que lo hace
a través de sus representantes. Representantes que son votados en Elecciones
libre y democráticas desde hace ya 30 años, con una continuidad y una limpieza
que no reconocen antecedentes en los 200 años de historia del país como Nación
Independiente. Representantes que cobran jugosas dietas y adicionales y que,
justamente, representan a quienes los han votado.
Entonces, y a consecuencia
de tal representación, estos señores y señoras no pueden traicionar a sus
representados, traición que se manifiesta de dos maneras: no cumpliendo con sus
tareas específicas y cambiando de partido o de lealtad en mitad de un mandato
(síndrome de Solá Bullrich Moyano)
El caso particular de quien
habiendo sido votado para cumplir determinada función abandona la misma para
presentarse nuevamente a elecciones aspirando a otro cargo es diferente, ya que
el candidato se somete nuevamente al veredicto de la voluntad popular que será
quien defina la situación del mismo. Más allá de la opinión personal, la
situación es diferente.
Ante esta situación,
quisiera proponer que se tenga en cuenta la posibilidad de presentar un
Proyecto de Ley de Responsabilidad Legislativa. Ante la imposibilidad de
acceder directamente a quienes ejercen cargos en los diferentes poderes
Legislativos lo hago a través de este medio, con la esperanza de que llegue a quienes
puedan darle curso en el caso de que la iniciativa se considere viable.
Básicamente, los puntos a
considerar en el Proyecto serían:
1) Asistencia a sesiones: los legisladores deberían
asistir al máximo posible de sesiones de las respectivas cámaras y/o concejos.
Quien faltare al cumplimiento de sus deberes sufrirá el descuento proporcional
al número de inasistencias en su remuneración. Quien faltare al 50 % o más de
las sesiones no podrá presentarse a elecciones en el turno electoral siguiente.
Obviamente, esto no incluye ausencias justificadas por cuestiones personales,
adecuadamente justificadas.
2) Presentación de Proyectos de Ley: cada legislador
deberá presentar un número mínimo de Proyecto de Ley a determinar. Pero
proyectos de verdad, ojo.
3) Lealtad a los votantes: quien dejara de compartir
los lineamientos de la plataforma del sector por el que haya sido elegido
deberá renunciar a su cargo. No se admitirán migraciones a otros bloques
partidarios (prevención del panquequismo)
De más está decir que no
pretendo reconocimiento personal por esta idea.
Si a alguien se le
ocurriera presentar un proyecto en esta línea, agradecería que se citara la
fuente. Solamente me gustaría, por vanidad personal, que se nombrara a la ley
como Ley Kramer.
Desde ya muchas gracias.
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