lunes, 27 de enero de 2014

Modelo para armar

Kramer piensa.
Kramer mira esa lucecita roja que titila en el tablero del Furibundo Vicente, su vehículo, y piensa.
Kramer mira la lucecita roja y se acuerda de Rivas, su compañera, maldiciendo al creador de todos los sistemas de desagote del mundo mientras observa impotente el caño estallado de la pileta de la cocina.
Kramer mira el tablero y piensa.
Kramer piensa en las diferentes partes que componen un todo y se da cuenta.
No se trata de una epifanía ni de una revelación mística ni nada de eso.
Kramer simplemente se da cuenta de que el gran problema de la civilización actual comenzó cuando se inventó el primer elemento compuesto por dos partes. A partir de ese momento todo se complejizó hacia el infinito. De ahí a la aparición del hiperespecialista todo siguió un curso bastante lógico.
Kramer piensa. Y se le aparece la imagen del primer hombre esgrimiendo un garrote, un simple y prosaico trozo de rama lo suficientemente grueso como para intimidar al rival de turno que deberá recurrir al hacha, la cual ya requería un segundo componente, el elemento cortante elaborado en base a piedra. Como vemos, esto ya implicaba una serie de complicaciones como obtener un material resistente y durable, afilarlo y fijarlo al soporte vegetal (palo)
Kramer piensa.
Analiza.
Analogiza. Y en tren de analogizar descubre que la misma complejización se dio con relación a la vestimenta.
El poncho primigenio, burda piel con un agujero para pasar la cabeza y cubrir del frío que sin duda fue una necesidad anterior a la marcada por el pudor, pronto dejaría paso a la diferenciación de múltiples prendas, para llegar luego al absurdo de la existencia de los llamados accesorios. Antes era mucho más sencillo. Cuando la prenda se rompía se sacrificaba una nueva bestia y listo.
Kramer piensa.
Mientras mira otra vez el tablero descubre que el transporte también era más sencillo. Si el burro se moría, pues a conseguir otro.
En estas disquisiciones se encuentra Kramer cuando llega al punto crucial, a la clave, al meollo de la cuestión.
El primer hombre, el que por primera vez anduvo en dos patas, alguna vez sintió el llamado del vientre y lo respondió allí donde se encontraba luego de lo cual reinició su camino. El que pisó lo ajeno hizo un pozo y tapó lo producido para evitar nuevos accidentes. Una vez asentados, comenzó el desarrollo de instalaciones adecuadas para disponer de tales elementos sin molestar a los demás seres humanos, lo que terminaría mucho tiempo después con el caño reventado frente a la mirada desolada de Rivas.

Kramer piensa y descubre que finalmente la causa de su tribulación es, simplemente, el carácter gregario de su especie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario