jueves, 20 de septiembre de 2012

Digo yo


Yo no sé si alguien va a leer esto.
Tal vez me importe o tal vez no.
Tal vez sea importante o tal vez no.
A mí me pareció importante poder decir algo pensado y elaborado, no una simple respuesta a un posteo en Facebook o alguna otra red antisocial de esas. Me interesa compartir unas pocas palabras y que a quien le interese las lea también y las comparta, o las refute o las ignore.
No para que me puteen.
No para que me bardeen.
No para que me ninguneen.
Y sobre todo para que las respuestas no sean gritadas. No me voy a tomar la molestia de leer acotaciones escritas todas con mayúscula.
Porque nadie es mejor que nadie.
Nadie es más que nadie.
Nadie es más sano o más inteligente o merece más por el solo hecho de haber tenido la suerte de, en su momento, quedar del lado bueno de la raya.
Nadie elige ser excluido. Nadie quiere quedarse afuera. Nadie quiere, si puede elegir.
Si se puede elegir, nadie quiere la limosna.
Si se puede elegir, nadie tiene diez pibes para cobrar una asignación.
Si se puede elegir, nadie prefiere trabajar en negro.
Si se puede elegir, nadie busca una vida peor.
Si se puede elegir, todos seremos mejores. Todos y cada uno de nosotros.
Porque nadie es sin los demás.
Porque nadie es aislado.
Porque nadie es si el de al lado no es.
Puede sonar a frase hecha, y probablemente lo sea.
No importa.
No quiero ser original.
No quiero ser creativo.
No quiero conmover a nadie.
No es esa la idea.
La idea es aprender.
La idea es saber que la democracia es el disenso organizado. El consenso forzoso nunca es bueno.
La democracia está bien siempre, no sólo cuando gano yo. Nadie discutió la validez de los votos de Alfonsín en el 83, o los de Menem las dos veces que ganó, o los de De la Rúa.
Nadie.
Nadie dijo que eran ilegítimas esas elecciones. Como nadie discutió elecciones legales con candidatos proscriptos.
No me interesa pelearme con nadie por el solo hecho de que no compartamos una idea política.
No me interesa tampoco que alguien se considere con derecho a insultarme o agredirme o a ponerme en tela de juicio porque defiendo una ideología diferente.
No soy mejor ni peor que quien interpreta la realidad de una manera diferente.
Simplemente pienso de otra manera. Y no por eso pido la muerte de nadie. Ni la proscripción de persona alguna.
No me enojo porque alguien que no piensa como yo se manifieste. Al contrario. Aplaudo a la democracia, donde todos podemos decir lo que se nos ocurra.
Aplaudo a la democracia, donde tenemos el derecho a no estar de acuerdo.
Aplaudo a la democracia, aunque muchas veces me tocó estar en la vereda de los que eran minoría.
Aplaudo a la democracia, donde cada persona, a la hora de elegir, vale lo mismo: uno.
Agradezco además haber tenido la suerte que muchos no tuvieron, de poder comer todos lo días de mi vida, de haber completado los tres niveles educativos, de poder trabajar de lo que me gusta y para lo que estudié.
Agradezco que muchos pibes que hace diez años no tenían esa posibilidad ahora la tengan.
Agradezco a la democracia.
Porque es mucho más justo que todos resignemos algo, para que nadie deba carecer de todo.
Nadie me paga por pensar así.
No recibo asignaciones porque tengo la suerte de no necesitarlas, pero agradezco que existan, porque muchos pibes van a la escuela y reciben atención médica gracias a este sistema.
Seré mucho más feliz cuando este sistema ya no sea necesario, o sea superado.
Seré feliz cuando alguien traiga una mejor idea para todos.
Buen provecho.

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