lunes, 15 de junio de 2015

EL SÍNDROME DE GRAHAM

-Dios es una farsa.-
El concepto es contundente no tanto por su contenido como por su emisor. Monseñor Cattáneo es corpulento, grueso, su humanidad toda irradia poder y autoridad. Ocupa por completo el sillón del paciente, del otro lado de mi escritorio. A pedido del Arzobispado la entrevista se lleva a cabo bajo el más estricto secreto.
-Usted comprenderá lo fundamental de mantener la discreción.-
-Por supuesto Padre Minervino, nadie sabrá que a su jefe le anda fallando algo.-
-No se haga el gracioso licenciado, con la salud de los grandes no se jode.-
El diálogo con el secretario del Obispo me deja cierto regusto a deja vu, a película de Nanni Moretti sobre los temores de un Papa recién elegido. No digo nada, la Iglesia no suele caracterizarse por su sentido del humor. El secreto es tan absoluto que me piden que retire los diplomas de las paredes de mi consultorio. Es la primera vez que estamos frente a frente. Yo lo conozco por los diarios, para él soy un psicólogo con excelentes referencias sin una identidad definida. Monseñor prefiere entrevistarse con la Psicología. Cualquier interacción humana implicaría un compromiso que no está dispuesto a asumir.
-¿Está seguro Monseñor?-
-Absolutamente, no hay manera que alguien con las características del Dios que hemos conocido durante tantos  milenios permita que un tipo como yo pueda acceder alguna vez a ser su representante inmediato en la Tierra. No puede ser Doctor…
-Licenciado.-
-Lo que sea.- contesta con desprecio no tanto por la interrupción como por el hecho de que solamente un doctor podría atenderlo. Cualquier otra posibilidad alteraría el orden natural.- Un Dios bondadoso no condice con la Historia de la Santa Madre Iglesia. Ni siquiera con ciertas partes de las Sagradas Escrituras. Hay capítulos enteros que solamente podrían haber sido escritos por un alucinado o por un demente.-
-Algo de eso hay, se dice que la Biblia fue dictada por Dios a los hombres.-
El Obispo no parece prestar atención a mis comentarios. Está totalmente abstraído en su propio discurso.
-La Biblia no fue escrita por “los hombres”. La Biblia fue escrita por ciertos Hombres Superiores. La historia fue escrita por los Mejores, doctor, porque para eso están. Y son ellos los que cargan con esa responsabilidad.-
Quiero interrumpirlo para preguntarle si Dios ha muerto, para seguir con la línea nietzcheana, pero algo en su mirada me detiene. No intento tampoco meter a Kipling en la conversación. La responsabilidad del hombre blanco.
-Le voy a contar una historia.- dice Monseñor.-Yo de chiquito no quería ser cura, quería ser rugbier. Puma. Empecé de muy pibe en las inferiores del San Isidro Club (en realidad dice SIC, como corresponde). Siempre fui robusto, así que a los ocho años me pusieron de segunda línea. Un segunda línea poderoso, no sé si me entiende doctor.-
No lo corrijo.
-A los quince me invitaron a entrenar con la selección. Mi sueño al alcance de la mano solamente por la potencia física, por el poder que la naturaleza me había dado. O Dios.
-Dios no existe Monseñor.
-Dios es una farsa doctor, pero existe. Tal vez sea más correcto decir que Dios es un farsante. La gran revelación llegó el día de mi primer partido oficial contra Uruguay, después de un choque que me dejó inconsciente. Cuando me recuperé dejé todo y entré al seminario. Dios tiene maneras extravagantes de demostrar su poder, o eso creí en esa ocasión. Mientras estuve desvanecido tuve lo que podríamos llamar una epifanía, el Señor me llamaba a sus filas porque estaba buscando a los mejores para salvar su Reino.
-Buscaba a los poderosos.-
-A los mejores. No es lo mismo. El poder a veces es asaltado por advenedizos, tipos rastreros y astutos, gente pecaminosa y soberbia que nos ataca para después esconderse otra vez en su madriguera. No se confunda doctor.-
-Licenciado.-
Monseñor no registra mi comentario.
-En el Seminario había un tipo así, rastrero.- Los sinónimos no parecen ser el fuerte del Obispo.- Un tal Bergero, Bernarte, no me acuerdo bien el apellido. No importa. Este sujeto era poderoso a su manera. No tenía capacidad de liderazgo, no era fuerte físicamente, no era un tipo carismático. Flaquito, de lentes.-
Mientras me saco los anteojos para limpiarlos miro a Monseñor que duda un instante. Sigue con la historia.
-Este tipo era poderoso.- El concepto lo domina.- Tenía la capacidad de someter al otro con la palabra, no sé si me entiende.-
-Lo entiendo.-
-Este sujeto tenía la formidable capacidad de detectar puntos débiles y explotarlos en su propio beneficio o para torturar a los demás.
-¿Los golpeaba?
-No le hacía falta. Tenía una gran capacidad dialéctica. Empezaba con un concepto abstracto, real o no, y llevaba el discurso de una manera sutil y feroz. No paraba hasta quebrar emocionalmente al contrincante. Hizo llorar a casi todos sus compañeros por el sólo placer de demostrar su poder. Hasta que tronó el escarmiento.
Se me ocurren otras referencias, cinco por uno, la juventud maravillosa, los imberbes, peronistas somos todos. En cambio pregunto.
-¿Lo denunciaron?
-No hacía falta, todos lo conocían. Algunos profesores inclusive lo apañaban. No. Le demostré quién era el mejor. Y por qué.
-¿Cómo se lo demostró? ¿Físicamente? ¿Sexualmente?
-No importa, cuando uno es mejor que otro cualquier método es lícito para dejar en claro la diferencia. El tipo aprendió, parece. Abandonó el Camino del Señor. Nunca más supe de él. Cuando tomé los votos me asignaron al Vicariato Castrense. Desde ahí todo fue crecimiento y progreso doctor. No creo necesario ni pertinente contarle a usted cada paso en mi carrera.
Me cuesta identificar la vida sacerdotal con el concepto de carrera. Monseñor sigue hablando doctoral, severo.
-La carrera de un hombre público no siempre es cristalina, doctor. Muchas veces debemos recurrir a conductas que  no deben hacerse públicas. A lo largo de mi vida he mentido, he traicionado, he sido cómplice en hechos aberrantes. Oculté asesinos, apañé a genocidas. Fui el soporte espiritual de gente muy poderosa. Pero bueno, los mejores debemos actuar como convenga a la situación. Ahora he sido nombrado Cardenal. El Cardenal más joven del orbe doctor. Y aquí viene mi pregunta. Si Dios nos ha hecho mejores por qué tenemos que actuar como actuamos para llegar a ocupar los lugares que nos han sido destinados naturalmente. Solamente un Dios farsante, un  Dios cínico permitiría tal cosa doctor. No sé si me explico.
-Se explica perfectamente Monseñor.- Me acomodo otra vez los anteojos, tomo aire.-El poder se construye pero la grandeza se hereda. O se adquiere, a veces de manera legítima, a veces por medios por lo menos discutibles. Hay, sin embargo, una tercera variante en la cual la grandeza no existe sino que se supone. O se cree. Este tipo de cuadro, forzosamente patológico, no es nuevo. Ya se lo encuentra descrito en las tablas babilónicas. Graham, un inglés que investigó el Código de Hammurabi dice que ya el Gran Rey hablaba de esto, de la “Grandeza Seudociésica”, haciendo una analogía con el falso embarazo.- Hago un silencio efectista.- No fue el único, pero fue el primero que habló del tema, por eso el cuadro se conoce como Síndrome de Graham.
Monseñor parece no entender, intenta decir algo. No lo dejo.
-En realidad después se comprobó que existen diferentes variedades del Síndrome según cuál sea el origen, o la etiología del mismo. Así, hay una variedad congénita que tendría que ver con la exposición por parte de la madre a tóxicos ambientales. Una segunda tendría que ver con ciertos virus que afectan al sistema nervioso central, típicos de Europa Central. Se cree que el caso más clásico de esta variante sería el de Adolf Hitler, bastante trágico por cierto. Una tercera variante es la que se conoce como psicopática o seudomística, que a su vez se puede producir de dos maneras: como psicosis propiamente dicha, y de estos tenemos lleno el santoral católico, y la postraumática.- Monseñor crispa las manos, aparece el odio en su mirada.- En esta variante del Síndrome de Graham el sujeto sufre un traumatismo craneano, casi siempre en su adolescencia, que le afecta el sistema límbico.- Saco mi réplica en porcelana del cerebro humano y señalo con la lapicera.- Esto genera la aparición de tejido cicatrizal, el cual actúa desencadenando episodios similares a convulsiones en los cuales el pacientes experimenta la sensación de superioridad. Dependiendo la educación previa del sujeto, el cuadro presentará características definidas hacia determinados contextos: religioso, político, sexual, deportivo.
-Listo doctor, ya entendí.- La interrupción es brusca, casi torpe. Monseñor se levanta, los ojos inyectados. Estrecha mi mano, da media vuelta y se va. En la sala de espera está el Padre Minervino.
Me quedo un instante de pie. Después enciendo la computadora, Peter Gabriel 

en vivo. Vuelvo a colgar el diploma que dice que Juan Manuel Beltramo se 

recibió de psicólogo el veinte de diciembre de mil novecientos noventa y cinco. 

Doy vuelta la única foto que conservo del tiempo del Seminario. Yo estoy más 

gordo, Monseñor está casi igual.

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