Hay
números y números. No voy a descubrir nada. Los números mandan o, como mínimo,
determinan.
Ahora
bien y acá viene mi pregunta.
¿Por
qué los números redondos son los que son?
¿Por
qué el 5 o el 10?
Tomemos
el caso del 10.
No
es un número primo.
No
es un número cabalístico (creo).
Uno
y trino es Dios, que al principio era el verbo que flotaba sobre la nada.
Seis
días le llevó al tal Dios crear el mundo, y al séptimo descansó.
Uno
fue el primer hombre, una la primera mujer. Uno fue el hijo de Dios.
Padre
hijo y espíritu santo, tres.
Al
tercer día resucitó.
Doce
apóstoles.
Uno
traicionó, once. Buscaron otro.
Cuatro
evangelios.
Cuatro
jinetes del Apocalipsis.
Siete
pecados capitales.
Diez
mandamientos. Sólo acá aparece el dichoso número.
En
los tiempos modernos, el diez se hace cuasi omnipresente. Yo creo que a partir
del momento en el que a los franceses se les ocurrió el sistema decimal más que
nada para joder a los ingleses y norteamericanos.
Y
entonces fue muy bien diez felicitado.
Son
de diez.
El
top ten.
Las
diez canciones románticas de todos los tiempos.
Los
diez libros que te llevarías a una isla desierta.
Diez
cosas que no deberías decirle a una chica en la primera cita.
Diez
regalos para Navidad.
Diez
destinos en la costa uruguaya.
Pelé,
Messi, Platini y el mejor de todos. El Diego. El D10s.
Diez
años.
Y
entonces acá volvemos a preguntarnos.
¿Qué
puede pasar en diez años?
En
diez años se pueden completar una carrera y un posgrado.
En
diez años se puede escribir un libro. O diez. O veinte. Depende de lo
pretencioso que uno sea.
En
diez años se puede ser campeón de acá, de América o del mundo si uno es un
equipo grande. También se puede uno ir al descenso si es un equipo chico.
En
diez años se puede comenzar una trayectoria y consolidarla. O destruirla.
En
diez años se pueden formar dos tres o cuatro promociones de estudiantes.
En
diez años se puede pasar de embrión a feto a niño a preadolescente a
adolescente a adulto a anciano a leyenda, depende del momento en que te agarre.
Hace
diez años podía también comenzar una parte de un sueño.
Un
sueño áspero y genial.
Un
sueño feroz y sutil.
Un
sueño a construir cada día.
Un
sueño dentro de otro sueño que ya venía y que siguió.
Un
sueño que todavía es.
Un
sueño compartido por cinco más.
Tres
ya habían llegado. Uno vino después. El otro apareció todavía más tarde desde
más allá del mar.
Diez
años.
Feliz
cumple Nazareno, y que siempre seas un poco más feliz.
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