miércoles, 27 de febrero de 2013

El Monstruo Juan Burgueño


Buenos días.
Buenas tardes.
Buenas noches.
Te toca a ti amable lector elegir el saludo que mejor se acomoda a la hora en que comiences a conocer la historia que te voy a contar, la historia de Maese Pipistrilo diestro en la palabra y de Maese Papastrufo ducho en los colores, de por qué se enfrentaron con el monstruo Juan Burgueño, el terror de las salchichas, de cómo se dieron los hechos y del final que tales héroes tuvieron.
Historia que yo, el gran Kramerius, maestro en el arte de la narración tendré el placer de compartir contigo, y que comienza de la siguiente manera.
Se inicia el cuento a esa hora en la que los niños deben estar ya durmiendo, descansando a la espera de que un nuevo día de duro aprendizaje en la escuela. Maese Papastrufo ducho en los colores creyó escuchar en las cocinas del castillo voces, pasos y gruñidos. Inmediatamente procedió a despertar a Maese Pipistrilo diestro en las palabras al grito de ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡HAY UN MONSTRUO EN LA COCINA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! a lo que su compañero respondió DHAKJHIUBWNUJNJUWBXÑUWDA¨_NX.
Maese Papastrufo ducho en los colores se dio cuenta de que las palabras no serían suficientes para despabilar a su hermano, por lo que resolvió sacudirlo. Nada. Sacarle las sábanas de encima. Nada. Pegarle un soplamocos en la cabeza. Nada. Tirarle del pelo. Nada. Maese Papastrufo ducho en los colores pensó que debía ser un poco más drástico, por lo que tomó por la cola al famoso Michi, mascota y escudero de tan célebres caballeros, y lo arrojó a la cabeza de Maese Pipistrilo quien, como diestro que era con las palabras, se levantó al grito de TE VOY A REVENTAR NO TE VA A SALVAR NI HARRY POTTER.
Mucho le costó a Maese Papastrufo ducho en los colores calmar a Maese Pipistrilo diestro en las palabras, pero finalmente lo logró.
-Hay un monstruo en la cocina.
-No te creo.- Respondió Maese Pipistrilo.
-En serio te digo.
-No te creo.
-Vamos a ver.
-Noooooooooooooooooooooo.
-Daleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.
-Tengo sueño.
-Dale cagón.
Pocas cosas molestaban más a Maese Pipistrilo diestro en las palabras que lo tildaran de cobarde, así que calzó sus pantuflas y acompañó a su hermano en medio de la penumbra.
Al llegar a las cocinas vieron al Monstruo Juan Burgueño sentado en el suelo, con una gigantesca fuente en sus rodillas, comiéndose las salchichas que habían sobrado de la cena.
Maese Papastrufo ducho en los colores contaría después que el Monstruo Juan Burgueño se presentó a sí mismo como el terror de las salchichas. Dijo también que el tal sujeto medía como tres metros, tenía la cabeza ovalada cubierta de pelo verde, una gigantesca nariz llena de mocos, una camiseta amarilla, unos pies enormes y muy malolientes y una cola como de mono que llegaba hasta la puerta del castillo. Dijo además que tenía aliento a puma y que comía con la boca abierta.
Maese Pipistrilo contó que no se asustaron ni un poquito con el Monstruo Juan Burgueño, y que le dijeron MONSTRUO FEO Y APESTOSO RAJÁ DE ACÁ, y que le tiraron del pelo y le hicieron un nudo en la cola y que le pegaron cincuenta patadas en el culo cada uno.
Por último dijeron los hermanos que, al intentar huir, el monstruo Juan Burgueño había roto la fuente de cristal preferida de la reina Saturnina de Severa Apariencia y Corazón Justo, a la sazón madre de nuestros héroes.
Cuenta la leyenda que la Reina Saturnina de Severa Apariencia y Corazón Justo no creyó la versión de Maese Pipistrilo diestro en las palabras y de Maese Papastrufo ducho en los colores, por lo que fueron condenados a lavar los platos del castillo durante una semana entera, los siete días completos.
Y a la noche también.

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